Arquetipos

El mundo está lleno de sombras, pero cada criatura viva tiene una forma de luz interior que le protege contra la omnipresente oscuridad… excepto los conjuradores de sombras. Puedes obtener el poder mágico arraigado en la oscuridad.

Dispones de una tenue conexión con un eidolón, un ser carente de cuerpo que comparte tu fuerza vital y, con esfuerzo, puedes manifestar a dicho eidolón en el mundo.

Reverencias los cuatro elementos como los sillares de la creación y la fuente de toda vida. Lanzas conjuros sacados de múltiples tradiciones y puedes utilizar los cuatro elementos para alterar y potenciar tus conjuros. Abrazas los cuatro elementos por igual o te centras mucho más en uno de ellos.

Has conseguido convocar un armamento de la forja de alma debido a un propósito superior que llevas contigo. Este arma te empuja a luchar por tu motivación y por causa concreta y te anima a correr riesgos en pos de enfrentarte a peligrosos retos.

Sabes extraer poder del terreno que te rodea, no importa cuál, sintonizando tu magia para encajar con sus propiedades místicas. Podrías ser un druida con un foco elemental como un naturalista con un toque de magia a su disposición.

La magia de manantial surge con tanta fuerza en el interior de los personajes que puede abrumarles y explotar fuera de su control. Los personajes con manantiales pueden recuperar conjuros a lo largo del día, lo que les proporciona poder a lo largo de incontables batallas.

Algunos lanzadores de conjuros extraen su magia de los dioses, mientras que otros la moldean manipulando de forma precisa energías invisibles. Otros más alimentan su magia con emoción en bruto: los magos catárticos. Su magia emocional es poderosa, pero cruda e impredecible.

Has mezclado el combate físico con el lanzamiento de conjuros.

Has aprendido mágica arcana siguiendo la senda de los señores de las runas. Desatas los secretos de una escuela de mágica elegida, prescindiendo de escuelas menores. Aprendes los secretos de la magia rúnica, que son las piedras sillares de la magia. Pero podrías sucumbir al pecado.