Árbol de amatista

Entre todas las sendas que un guerrero puede tomar para proteger, existe una que a primera vista parece desviarse del propósito original, pero en realidad lo abraza con un fervor distinto. Es la senda de aquellos que no se conforman con la fuerza que poseen, sino que ansían más… siempre más. Buscan poder como otros buscan el aire, acumulando cada fragmento de energía, cada reliquia, cada arte prohibida que pueda brindarles una mínima ventaja. No dudan en sacrificar su propia vitalidad, su tiempo, incluso su cordura, si con ello pueden arrancar una oportunidad más para proteger a quienes juran guardar. Porque para ellos, nada es suficiente… y nada lo será jamás.

Los Guardianes del Árbol de Amatista son los devotos implacables de Vor’garuk, el Codicioso, un dios cuya avaricia trasciende el entendimiento mortal. En los relatos antiguos, se le describe como un coloso cubierto de tesoros, con piel engalanada en gemas y oro, y cuya presencia cegaría a cualquier que osara contemplarlo. Se dice que Vor’garuk compró el dominio absoluto sobre todo el plano terrenal ofreciendo como pago un solo diente suyo, bañado en oro puro, cuyo valor era tan inconmensurable que incluso las tierras mismas se inclinaron ante él. Para sus fieles, cada acto de acumulación de poder es una transacción sagrada, y cada sacrificio personal, una inversión en la supervivencia de los suyos. En su credo, la protección no es un muro… es un tesoro que debe ser adquirido, guardado y jamás compartido con el enemigo.

Formación codiciosa:

El Poder es la Moneda de la Protección: Cada fragmento de fuerza, cada recurso obtenido, es un ladrillo en el muro que resguarda a los tuyos. Reúne todo lo que puedas, pues tu deber es pagar cualquier precio para mantenerlos a salvo.

El Sacrificio es Inversión: Tu vida, tu energía y tu sangre son ofrendas que deben ser gastadas con astucia. Pierde lo necesario ahora para ganar lo que decidirá la batalla después.

Nada es Suficiente: Nunca te detengas, nunca te conformes. La complacencia es la grieta por donde se cuela la derrota. Quien deja de acumular poder, deja de merecerlo.

La Riqueza del Guardián es el Dolor del Enemigo: Cada arma arrebatada, cada reliquia arrancada de manos enemigas, no es un botín, sino un acto de protección. Lo que posees, ellos no pueden usar contra los tuyos.