Árbol de rubí

Pocos guerreros a lo largo de la historia han tenido la fuerza suficiente para alzarse como el único muro entre el peligro y aquellos que aman. Sin embargo, los miembros del Árbol de Rubí no solo comprenden este deber, sino que lo abrazan como la esencia misma de su existencia. Para ellos, la fuerza no es un recurso, sino un juramento sagrado: el único medio verdadero para proteger lo que importa. En el fragor de la batalla, estos guardianes no se limitan a resistir; ellos guían el curso de la lucha, desatando su rudeza con la misma intensidad que su pasión. Su presencia transforma el campo de guerra en un territorio donde el enemigo teme avanzar, y donde los aliados se sienten invencibles.

Los Guardianes del Árbol de Rubí son devotos absolutos de Zur’kran, el Odioso, un dios cuyo nombre inspira tanto temor como reverencia. Zur’kran se alza en las leyendas como el más grande de todos los dioses, un coloso de guerra cuya sombra eclipsa incluso a los cielos. Su poder no puede medirse en riquezas ni en palabras, solo en el fragor del combate. Allí, entre el choque del acero y el rugido de la sangre derramada, se revela su verdadera grandeza. Los que portan su estandarte saben que la fuerza es el lenguaje de Zur’kran, y que cada golpe asestado en defensa de los suyos es una oración que el dios escucha con orgullo.

Formación en la guerra:

La Sangre es el Precio de la Protección: La defensa no se mide en muros ni palabras, sino en la sangre vertida para mantener a salvo a los tuyos.

El Puño del Árbol Rojo: Golpea con la fuerza de Zur’kran y deja que cada impacto recuerde a tus enemigos que no hay mayor muro que tu ira.

El Honor se Gana en la Tempestad: El guardián no rehúye la tormenta, la crea. Solo quien domina el caos puede guiar a los suyos hacia la victoria.

El Fuego que No Se Apaga: Aunque tu cuerpo caiga, el espíritu del rubí arderá en quienes has protegido, pues la verdadera fuerza es contagiosa.