Árbol de esmeralda

Los guardianes existen para defender, pero no todos lo hacen del mismo modo. Entre las múltiples sendas que un protector puede tomar, existe una que exige más que valor: exige soledad. Para los intrépidos guerreros que siguen el camino del Árbol de Esmeralda, luchar en solitario no es una limitación, sino la forma más pura de salvaguardar lo que aman. Su creencia es firme: nadie más debe cargar con el peso de sus batallas, pues esa carga les pertenece únicamente a ellos.

Quienes abrazan esta senda aceptan sobre sus hombros la responsabilidad absoluta de proteger todo lo que valoran, sin esperar refuerzos ni compartir el riesgo. Son los seguidores de Dol’vokh, el Gigante Solitario, una deidad que enfrentaba las adversidades con la única compañía de su voluntad inquebrantable. Su figura se alza en los relatos antiguos como un coloso que jamás pidió ayuda, y cuya sombra se proyectaba larga sobre campos donde él solo había cambiado el destino de la batalla.

Dol’vokh es también recordado como el padre de Azralik, heredero de su espíritu indomable y leyenda viviente entre los suyos. Se dice que Azralik poseía tal fuerza y maestría que podía cortar montañas con un solo gesto de su espada. Para los Guardianes de Esmeralda, alcanzar un poder semejante no es solo un objetivo, sino el destino que han jurado cumplir.

Aunque trabajar en equipo no es natural para un Guardián de Esmeralda, existen raras excepciones en las que pueden unir su fuerza a la de otros. Sin embargo, incluso en esos casos, su espíritu permanece independiente, y cada alianza se entiende como un sacrificio de su espacio personal en pos de un bien mayor. Al final, la soledad sigue siendo su verdadera fortaleza… y el campo de batalla, su único hogar.

Formación solitaria:

El Escudo de Uno: Nadie más debe arriesgar su vida por la tuya; tu destino es recibir el golpe que otros no podrían soportar.

El Camino sin Compañía: Camina solo, pues un corazón aislado es un corazón que no puede ser tomado como rehén.

El Silencio del Acero: Habla con tus actos y deja que tu espada sea la advertencia. Tus enemigos no deben conocer la debilidad de tu círculo más íntimo.

El Sacrificio Invisible: Protege desde la distancia y desde las sombras si es necesario, aunque aquellos que amas nunca sepan que fuiste tú quien los defendió.