Camino del Danzante del fuego

Los danzantes del fuego conservan una tradición casi extinta. Antaño un grupo comercial, se consideraban una familia con un solo credo: «Quienes nos hagan daño se bañarán en llamas». Este grupo nómada de guerreros experimentados daba la bienvenida a personas de todas las clases sociales, sin importar su origen, estatus o influencia; siempre que se comportaran con respeto hacia sus compañeros, las caravanas les abrían las puertas. Su férreo credo y su carácter acogedor fueron su perdición.

Al llegar a Luyarnha, fueron acusados ​​de traer el azote consigo. Después de todo, las llamas danzantes no habían afectado a la ciudad antes de su llegada. Esta mentira, como tantas otras, contenía una pizca de verdad que fue explotada para doblegar a otros a la voluntad de la ciudad. Por este pecado, fueron encarcelados, abandonados a su suerte y se les prohibió practicar sus artes marciales.

Tal trato no pudo doblegar su voluntad; para ocultar su práctica de artes marciales, la banda ambulante adoptó el nombre de danzantes del fuego y ocultó sus poderes en su danza. Durante años han resistido, muchos escapando de la prisión con la ayuda de sus compañeros, pero los lazos familiares los atan con más fuerza que cualquier cadena. Incluso quienes escapan se niegan a abandonar la ciudad hasta que sus parientes sean liberados y su nombre sea limpiado.