Onmyoji

Vestida con túnicas de seda ornamentadas, una digna mujer camina a grandes zancadas por el centro de una sala de reuniones. Su apasionado discurso llega poderosamente hasta las últimas filas de los diplomáticos reunidos. Cada palabra corta con fina lógica, pero mucho más poderoso es el movimiento de los corazones de los reunidos. Estas naciones conocerán la paz, y a través de sus palabras la encontrarán.

Flechas y hechizos vuelan de un lado a otro a través de los terrenos santificados del santuario, y un hombre enano permanece quieto. Una flecha enviada en un arco hacia su forma rebota y se hace añicos al pasar sobre el delgado límite de sellos de papel colocados a su alrededor en un pequeño círculo. Los guardianes del santuario comienzan a rodearlo, pero aún no es demasiado tarde. Sus ojos se abren, una luz dorada brotando en cintas de luz. Ha suplicado ayuda a los kami del santuario, y estos intrusos se han ganado su ira.

Una inocente misteriosa es asediada por un par de asesinos, con un solo movimiento de su muñeca lanza una hoja de papel, adhiriéndose al pecho de uno de sus desafortunados agresores. Apenas tiene tiempo para considerar sus acciones antes de que la ofuda estalla en una conflagración masiva, reduciendo al asesino a cenizas ennegrecidas, y el segundo asesino es arrojado al suelo por la explosión. Busca su espada, pero un shikigami ogro golpea su brazo contra el suelo. La mujer se acerca al asesino inmovilizado y las comisuras de su boca se elevan en una sutil sonrisa. "Antes de continuar, tengo una oferta para dar..."

Los Onmyōji son especialistas en magia y adivinación. Sus responsabilidades en la corte abarcaban desde preparar calendarios hasta tareas místicas como la adivinación y la protección de la capital de los fantasmas malvados. Podía buscar significados benignos o dañinos en los sucesos naturales. Se dice también que los onmyōji pueden invocar y controlar a los shikigami.