Leyenda del Ángel de Crimea

Una mujer del Imperio Británico del siglo XVIII al XIX. Reverenciada como la doncella más fuerte de su tiempo, su creencia incondicional era salvar a la gente. Nightingale se opuso a la «era» y al «mundo» crueles en los que vivía con absurdidad, utilizando los medios llamados enfermería y asistencia médica.

Cuando regresó a su país del servicio militar como enfermera en jefe, Nightingale llegó con una gran suma de dinero, donada por un gran número de soldados por sus logros como «Ángel de Crimea». De este modo, Nightingale comenzó su vida como persona influyente, ya que este fue el origen de la que ama a todos y cada uno de los súbditos del Imperio Británico a lo largo y ancho. La Fundación Nightingale, creada a partir de ello, sirvió para establecer una escuela de desarrollo de la enfermería, construir el Hospital St. Thomas de Londres, etc. En poco tiempo, las enfermeras recibieron las enseñanzas de Nightingale en el Hospital St. Thomas, y posteriormente partieron del hospital hacia los rincones más lejanos del mundo, donde se dice que realizaron una gran contribución al mejorar la enfermería y la higiene en todos los lugares que pudieron.

Sus acciones han cambiado poco a poco, pero con seguridad, al mundo. Incluso ahora, todos los profesionales de la enfermería hacen un juramento moral de ayudar a los necesitados, conocido como el «Juramento Nightingale».

El deseo de salvar a las personas era excesivamente fuerte. A pesar de proceder de una próspera clase alta, y de ser tratada como una flor de la alta sociedad, la joven Nightingale aspiraba a convertirse en enfermera — enfermera titulada —, lo que solía considerarse una ocupación humilde. Es decir, su hermana mayor y su madre se opusieron vehementemente. Aunque se decía que había caído en la locura, nunca se dio por vencida y estudió en el extranjero, en el Instituto Alemán de Kaiserswerth, que contaba con la atención médica de vanguardia del siglo XVIII.

Tras adquirir los conocimientos y las técnicas de enfermería y atención médica, Nightingale emprendió una reforma del sistema de enfermería como superintendente de una clínica en Harley Street, Londres. Utilizando fondos privados para construir instalaciones modernas, también se esforzó por mejorar la situación de las enfermeras. Posteriormente, aceptó la petición de Sidney Herbert — conocido suyo y ministro en tiempos de guerra — y partió a la guerra de Crimea como enfermera en jefe del Hospital del Ejército del Imperio Británico, pero... lo que encontró allí fue un infierno.

Con las condiciones insalubres causadas por la falta de comprensión del tratamiento médico y de la enfermería, y con muchas regulaciones anticuadas, Nightingale se movilizó junto con las enfermeras que la acompañaban, que eran sus colegas, para llevar a cabo una reforma del tratamiento médico en tiempos de guerra que se había reducido a una condición tan infernal. Aunque «la tasa de mortalidad de la clínica de guerra se disparó» durante un tiempo, ella continuó su trabajo sin desviarse de sus convicciones y aplicó e impregnó a fondo la salud sanitaria y la enfermería adecuada, reunió materiales tirando de fondos privados sin remordimientos y, al cabo de medio año, logró el éxito al salvar muchas vidas. Con el tiempo, consiguió frenar una tasa de mortalidad que se acercaba al 40% hasta apenas un 5%.

Los soldados dijeron esto. «He visto un ángel». Todos los periódicos de Londres ensalzaron que Nightingale era realmente un verdadero ángel que había bajado al campo de batalla. La gente estaba loca por esa mujer-héroe que había aparecido en la época de la Reina. Hubo muchos aplausos. Recibía peticiones de cobertura informativa, propuestas de matrimonio, etc., pero no sonreía. Solo alguien que se dedicaba a salvar a la gente.

Nightingale continuó trabajando, emprendiendo una gran reforma del tratamiento médico en tiempos de guerra y de la sanidad militar. Trayendo como aliada incluso a la reina Victoria, que era la jefa del Estado en ese momento, promovió sus reformas. La hazaña de promover el análisis de los registros médicos en aras de esas reformas es también conocida como la precursora de los estudios estadísticos. Además, llevó a cabo mejoras en todas las clínicas domésticas, capacitó a los inspectores de salud del gobierno en la prevención de epidemias, reformó las casas de beneficencia, etc. Sin contentarse con los comentarios, de los que se dice son sus hazañas ya establecidas con motivo de la guerra de Crimea, se opuso sin embargo al «mundo lleno de muerte» en serio.

«Si es para salvar vidas, no hay ningún problema en perderlas»: esa creencia excesivamente pura y su postura tan terrorífica probablemente se evaluaría incluso como «locura y horror» en ocasiones. Por lo tanto, se le otorgó la clase berserker. Puede que sea reacia a ello... no, si sirve para salvar a la gente, no le importará en absoluto.

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