Camino del Viajero de las Grietas

Los viajeros de las grietas forjan su camino en la vida abriendo portales para recorrer el mundo, burlar a sus enemigos y escapar de lo ineludible. Por más caprichoso que parezca, el Camino del Viajero de las Grietas exige tanto compromiso como cualquier otra tradición, y solo aquellos que anhelan la libertad a cualquier costo pueden abrazar verdaderamente sus misterios esotéricos.

Sin embargo, esa misma sed de aventuras que impulsa la devoción del viajero de las grietas suele transformarse en desprecio por las limitaciones triviales del mundo, puesto que el sendero que siguen demuestra cuán frágiles son, en realidad, los hilos que mantienen unida la existencia.

Los preceptos del viajero de las grietas fomentan este desdén al descartar las maravillas del mundo como meras distracciones y al glorificar el vacío sin luz por el que transitan estos monjes. Cuando han perfeccionado su arte, los viajeros de las grietas ya no se limitan a abrir portales: desgarran fisuras en el tejido de la realidad, indiferentes a las heridas que dejan a su paso. Algunos incluso abren grietas únicamente para volver a saborear el vacío.

Los monasterios dedicados al Camino del Viajero de las Grietas rara vez permanecen durante mucho tiempo en un solo lugar —o incluso en un mismo mundo—. Un refugio olvidado en territorios remotos o en el inframundo criminal les sirve perfectamente como santuario temporal, ya que estos monjes invierten en la comunidad en lugar de en un sitio fijo. Allí, en las sombras, actúan como albergues para los malhechores: fugitivos que buscan una salida y vengadores que requieren un modo de entrada.

(Subclase original de Guía de Zaman hacía el Fin de los Tiempos)