Leyenda del Rey de los Conquistadores

Alejandro Magno, el Rey de los Conquistadores, invocado como su versión adulta mejor conocida por el nombre de Iskandar, en lugar de su versión juvenil conocida como Alexander. Llamado por varios nombres, Alexander, Iskandar y Alexandros; él fue el joven príncipe del pequeño reino de Macedonia en el siglo IV antes de Cristo, del cual se dijo haber sido el hijo de Zeus en varias historias aunque no se tiene evidencia. Iskandar era conocido como un «chico bonito sin igual» que fue percibido como un prodigio por muchos sabios como Aristóteles. Durante este periodo de su vida, Iskandar pasó mucho de su tiempo entrenando como soldado, estudiando filosofía y ciencias políticas, y leyendo grandes leyendas. Habiendo florecido con muchos talentos, Iskandar aprobó todas y cada una de las posibilidades; pudiendo llamarse la «personificación de las posibilidades» misma. Este poseía un amigo cercano, un «hombre increíble» que realmente comenzó a mostrar sus talentos después de la muerte de Iskandar, el cual a menudo lo arrastraba de manera bulliciosa como sucedería en su posterior encuentro con Taiga Fujimura; y expandiendo así los horizontes de Iskandar gracias a sus acciones. Aunque considerado hermoso, su auto-reconocimiento de ser hijo de Zeus le dio fuerza, reduciendo su aspecto juvenil con el tiempo. Más tarde, Iskandar se encontró con el nudo gordiano, rompió la cuerda con su espada y tomó los toros divinos ofrecidos a Zeus por el rey Gordius como suyos para usarlos en su carruaje.

Comenzando por suceder al trono de Macedonia en Grecia a la edad de veinte años, su conquista rápidamente sometió a los países vecinos y se convirtió en el líder de Corinto. Iskandar eventualmente buscó llevar sus ambiciones hacia los estrechos, buscando extender su reinado a Persia. Avanzando desde el lejano Oeste con su ejército, nadie lo subestimó, pues los rumores de su poder se extendían por los países mucho antes de su llegada. Como la gran moral de su ejército abrumaba incluso a los guerreros más devotos, se sorprendieron aún más cuando Iskandar los perdonó, les habló de su objetivo y les devolvió el dominio de las tierras a los nobles. Él exclamó a ellos: «Mi objetivo es el fin del mundo. Mi destino es el límite más lejano del Este. Quiero contemplar Oceanus con mis propios ojos. Quiero dejar mis huellas en la playa junto a ese mar interminable». Aunque pensaban que sus palabras eran una locura, muchos fueron reavivados a los sueños de su juventud, partiendo después de Iskandar para unirse a su conquista. Durante la ocupación de Persia, Iskandar llegó a ver a Darius III y a su Athanaton Ten Thousand como un digno rival, el cual había bloqueado su camino en numerosas ocasiones. Debido a la inmensa altura de Darius, después de finalmente conquistar el Imperio Persa; Iskandar requirió que el escabel del trono de Darius se cambiara por una mesa para poder sentarse correctamente a pesar de su propia gran altura. Esto jugó un papel en la historia de Iskandar como una persona de baja estatura.

Después de Persia, y con su nuevo objetivo siendo el borde oriental más extremo de Asia, su ejército marchó a través de Egipto y el oeste de la India durante las «grandes campañas orientales». Marchando sin fin, Iskandar cruzó desiertos ardientes, pasó sobre frías y nevadas montañas y vadeó ríos ondulantes. Combatieron bestias salvajes y lucharon para salvar sus vidas a través de numerosas tribus extranjeras desconocidas que exhibieron extrañas armas y estrategias de combate. Aunque murió una cantidad innumerable de soldados, estos mantuvieron su gran moral hasta el final, con orgullosas sonrisas y escuchando los sonidos del océano que buscaban en sus corazones a pesar de no haberlo alcanzado nunca. Al final, Iskandar creó el imperio más grande de la historia hasta la fecha y se convirtió en el «gran rey que construyó la era conocida como la civilización helenística». Alcanzó el éxito de un gran héroe en solo diez años después de comenzar su conquista, pero murió pronto después de vivir solo un período de treinta años. Después de su muerte, el imperio se dividió en cuatro facciones enfrentadas que «desaparecieron rápidamente en las arenas de la historia».

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