Tláloc

Al aceptar su destino, los Mesías de Tláloc sienten el flujo del agua en sus venas, capaces de invocar las lluvias cuando los campos están secos, pero también de desatar torrentes devastadores en momentos de ira divina. Son capaces de dirigir las aguas para purificar y nutrir la tierra, pero también de provocar inundaciones que arrasen todo a su paso. El agua es tanto un don como una herramienta de justicia divina, y los Mesías de Tláloc deben entender que su poder no es para ser usado a la ligera.

Junto con la lluvia, los relámpagos y truenos son la manifestación física del poder de Tláloc en el mundo. Los Mesías de Tláloc se convierten en los conductores de este poder celestial, capaces de invocar la furia del cielo en tiempos de necesidad o peligro. A menudo, este aspecto de su poder se relaciona con la justicia divina, ya que los relámpagos de Tláloc eran vistos como castigos o bendiciones directas desde los cielos. Los Mesías, por lo tanto, se vuelven jueces y ejecutores, decidiendo cuándo las fuerzas del trueno deben golpear a sus enemigos o iluminar el camino para sus aliados.

Este poder puede manifestarse de formas sutiles o violentas. Algunos Mesías de Tláloc sienten la electricidad corriendo por su cuerpo en momentos de furia o exaltación, mientras que otros pueden controlar las tormentas desde la distancia, invocando relámpagos para destruir o para enviar señales a aquellos que buscan su ayuda. Esta conexión con el trueno les otorga un aura de respeto y temor, pues son vistos como emisarios de la furia divina que puede caer en cualquier momento sobre aquellos que desafíen la voluntad del dios.