Leyenda del Ocultismo Profano

Helena Petrovna Blavatsky fue una ocultista del siglo XIX conocida por ser la fundadora de la teosofía y una de las líderes del ocultismo moderno. Una prodigiosa hechicera nacida como una mutación. Aunque se casó muy joven con un aristócrata ruso, rápidamente se fugó para vivir magníficamente en el mundo de la hechicería. Durante su vida, Helena vagó de un lugar a otro por muchas sociedades selectas, relacionándose con genios dotados de una fuerte individualidad como Bell y Edison, y de vez en cuando discutiendo con la Asociación de Hechicería y con las autoridades de donde sea que fuera, ya que destacaba en la mediación de este tipo de cosas.

Sumergiéndose en el misticismo por la creencia en el continente lemuriano que se decía era una tierra borrada en los tiempos antiguos, Helena entró en contacto con una existencia superior, el «Mahatma», y su cuerpo colectivo, la «Jerarquía», habiendo adquirido muchas sabidurías en el proceso----. Si seguramente fue así, es posible que no se tenga conocimiento de que podría haber visto una alternativa hacia la raíz.

Ella llamó a los pioneros que habían llegado a la raíz como «Mahatma» y «Jerarquía», y estipuló — asumió — que eran existencias superiores. La propia Helena dice que siempre sintió sus mensajes, pero para que otros sientan lo mismo, parece que se necesita el mismo tipo de habilidad — circuitos mágicos especiales — que ella posee. Es muy probable que ni el continente lemuriano ni Mahatma existan realmente, y que ella sea «simplemente un prodigio que realizó una peculiar interpretación del mundo». Hasta sus últimos momentos, no pudo llegar a un acuerdo con la Asociación de Hechicería de Londres, que intentó ponerla bajo una designación de sellado y finalmente la ordenó asesinar cuando se negó a someterse a ellos.

Sin embargo, en realidad fingió su muerte, y en 1891 — el mismo año en que se creía que Sherlock Holmes había muerto en las cataratas de Reichenbach — Helena y Holmes se fueron de excursión al Himalaya mientras Helena era perseguida por asesinos de la Asociación de Hechicería. La Asociación desconfiaba de ella porque, al ser la principal figura en la popularización del ocultismo moderno en la sociedad occidental, podía ahora centrar totalmente sus actividades en el ámbito mágico luego de apartarse de su posición pública con su muerte falsa.

Helena fingió su muerte porque quería liberarse de todo: desde el SPR británico, que era una espina constante en su costado, hasta la Sociedad Teosófica, e incluso su amado Mahatma. Quería vivir una vida tranquila y apacible, pero los asesinos alcanzaron y emboscaron a Helena y a Holmes. Su último deseo para Holmes fue que no matara a los asesinos, sino que les permitiera volver a casa, y mientras ella agonizaba en sus brazos, los dos fueron testigos de una luz extraña y deslumbrante, descrita por Holmes como «la encarnación del misterio que habita en el interior del Himalaya», «un barco de plata que atraviesa el mar de las estrellas, el maestro emisario trascendental que vino a presenciar el final de su amada discípula»

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