Charlatán

Fraudulento, estafador, timador, farsante... ser un estafador es alienarse con la mismísima sociedad, engañando a personas crédulas de una en una. Sin embargo, como dice el refrán, "no puedes engañar a un hombre honesto", así que probablemente se lo merecían, ¿verdad? Además, llevar a cabo un engaño perfectamente planeado puede ser muy divertido.

Los artistas estafadores son maestros del engaño y la distracción planificada. Un Charlatán podría preparar varios disfraces, entrar disimuladamente en una joyería, esperar a que una explosión perfectamente cronometrada distraiga al propietario y luego reemplazar una tiara invaluable con una réplica mal hecha. Saliendo corriendo por la puerta, el Charlatán podría cambiar de atuendo más rápido de lo que el propietario puede decir "¡Oh, Dios mío, ¿dónde está esa valiosa tiara que engañé a una noble desafortunada para que me vendiera por una miseria?". El Charlatán podría luego dirigir a los confundidos guardias a un callejón sin salida, vender la joya robada y dirigirse a un bar para celebrar un trabajo bien hecho.

En combate, los Charlatanes se presentan como inocentes espectadores antes de usar armas ocultas para sorprender a sus enemigos, golpeando con consecuencias devastadoras.