Razas

Los formidables Enkoth construyen ciudades de hielo y nieve. Bien adaptados a climas fríos, estos pueblos simios de pelaje grueso combinan una habilidad innata para la supervivencia con una inteligencia penetrante, creando hogares en entornos inhóspitos.

Nacidos y criados en ríos de suave fluir y estanques tranquilos, los fuyohren son plantas móviles y conscientes, en armonía innata con el mundo natural. Las sociedades fuyohren se acomodan dentro de los ecosistemas sin esfuerzo, actuando en sincronía con el flujo y reflujo del mundo que las rodea.

Con rostros demarcados, piel de carbón y pétalos rojos ásperos, los hanamori son una raza de plantas conscientes consideradas por muchos como heraldos de la muerte.

Tallados en arcilla como guardianes conscientes para las tumbas de gobernantes antiguos, los haniwa eran vasijas creadas para albergar las almas de guerreros leales, sus espíritus morando en cuerpos de arcilla inmortales para actuar como centinelas vigilantes de terrenos sagrados.

En acantilados pedregosos y quebrados, azotados por vientos aulladores y lluvia helada, los Isetsu montan guardia. Una raza de humanoides grandes, similares a crustáceos, los isetsu han hecho su hogar frente al océano durante milenios, prosperando y cazando bajo las olas abiertas.

Con pasos cautelosos y almohadillados y la nariz negra elevada hacia el aire, un kitsune se desliza por un bosque al anochecer, indistinguible de un zorro común. Los poderes de transformación del kitsune son legendarios, pudiendo asumir la forma de un zorro místico cual druida con su forma salvaje.

Los oniborne son descendientes de yokai, vasijas de poder impetuoso y latente que se manifiesta a lo largo de generaciones. Saturados de magia, los oniborne comandan de forma innata fuerzas sobrenaturales y primarias. En momentos de alta emoción, la hechicería instintiva es común.

Todos los ryōkido comparten garras feroces y rostros felinos y rechonchos, pero cada caparazón de ryōkido es único, tan distintivo como una huella dactilar. Cada pesado caparazón lleva un arreglo identificativo de patrones texturizados y colorido.

Los ryujin están estrechamente relacionados con los nishikin, habiéndose transformado del pueblo pez acuático en una nueva forma dracónica. Aunque tal metamorfosis es vista como trascendente e increíble por muchas razas externas, los ryujin no son reverenciados ni elevados por encima de su familia.

Los Tatsumi son los resistentes, bípedos e industriales peces humanoides de este par, renombrados por sus escamas coloridas y bendecidas por la luna y sus complexiones poderosas.

Traviesos, orgullosos y territoriales, los tengu son una raza de yokai longevos. Hacen su hogar en las copas de los árboles, navegando ágilmente por caminos precarios tan silenciosamente como una sombra pasa por el suelo del bosque.